Polémico amor…

«Dinero Fácil»

 

Con toda seguridad, Febrero es sí o sí referente para múltiples demostraciones de amor, desde un frívolo trasfondo comercial hasta un contexto genuino de ofrecer a la pareja, a los amigos, familiares o inclusive a los vecinos, las demostraciones de amor más originales, ya sean compradas o creadas… pues el amor están en el aire (y en todas las tiendas) en este segundo mes del año.

 

Pero el amor a los padres, a la madre en particular, tiene un lugar diferente en el calendario. Por alguna razón, llegó a mí un texto que si bien no me identifico, sí es tema común de muchas personas, cuando el amor de una madre es tan grande que pesa como una loza, cuando es tan grande que parece un atentado y no se puede salir corriendo, no se permite huir porque hay mil ojos como pistoleros diciendo, es «amor de madre»…

 

El escrito se titula «El costo del ego de una madre» y se lee así…

 

«Hay un tipo único de dolor que viene de tener una madre que no puede ver más allá de su propio reflejo: una madre tan enredada en su propio ego que confunde el control por amor y el orgullo por protección. Es el tipo de dolor que no viene con el cierre, solo se hace ecos de lo que podría haber sido.

 

Una madre así no alimenta; ella dicta. Ella no escucha; ella manda. Ella confunde su propio dolor con el dolor del mundo y exige que sus hijos lleven el peso de heridas que nunca fueron suyas para curar. La familia se convierte en un campo de batalla donde su necesidad de tener la razón es más importante que la unidad, donde el amor se raciona como recompensa por la obediencia en lugar de dado libremente.

 

Los hijos de una madre así aprenden temprano que el amor es condicional. Aprenden a encogerse, a actuar, a cambiar su autenticidad por aceptación. Aprenden que el desacuerdo es traición, que sus propias necesidades son un inconveniente. Y si se atreven a alejarse, a elegir su propia paz sobre su caos, son etiquetados como desagradecidos, desleales o incluso crueles.

 

¿Pero qué significa cuando la persona que se suponía que era la base del amor es la que lo fractura, cuando la persona destinada a proteger es la que inflige las heridas más profundas? Significa que el amor, para ellos, se convierte en un rompecabezas, algo que hay que ganar en lugar de algo intrínseco. Significa que la confianza es frágil, que las relaciones se sienten como cuerdas flojas, que la autoestima se mide por cuánto pueden soportar en lugar de por cuánto pueden prosperar.

 

¿Y la madre? Puede que nunca lo vea. El ego es una cosa poderosa: ciega, justifica, reescribe la historia para convertirla en víctima de la misma historia que ella escribió. Ella puede sentarse sola en la casa que una vez gobernó, preguntándose por qué sus hijos no llaman, por qué el calor que exige nunca regresa a ella. Pero aún así, la verdad será demasiado pesada para que ella la sostenga.

 

Para los que han vivido esta realidad, la curación es larga, es internarse en un hospital para el alma. Es desaprender, es perdonar sin olvidar, es estar de luto por una madre que sigue viva pero nunca estuvo realmente allí. Es encontrar el amor en lugares que no requieren dolor como prueba de lealtad. Estar rompiendo ciclos para que la próxima generación nunca tenga que cuestionar si alguna vez fueron suficientes. Porque lo eran. Lo fuimos siempre.»
K. F

 

«Esperanza»

 

Fuerte y polémico este amor, que triste, pero realmente está presente en muchas plazas de cualquier rincón del mundo y se convierte en disparos certeros sin importar que los ciclos se repiten, aunque lo importante es darse cuenta y sanar con la voluntad de que cada historia de una madre con este tipo de amor, tiene un origen igual o más intenso, pues tal vez, solo tal vez, el amor que recibió no sabía cómo ser expresado.

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