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Lo que a mí me interesó como fotógrafo, fueron precisamente el fluir de la vida y el quehacer de hombres y mujeres, desde el amor y el juego, hasta la guerra, la muerte y la fe; desde el trabajo y la alegría, hasta la soledad y el abandono. Algunas veces logré captar una fracción infinitesimal del instante de esos temas, un tenue “para siempre” relativo y engañoso, pero significativo, que es lo que construye la esencia fotográfica: un diálogo eterno entre el tiempo acaecido, el fotógrafo efímero y un espectador siempre cambiante…
Así describe Rodrigo Moya lo que la fotografía es para sí mismo. Gran fotógrafo mexicano, nacido en Medellín, Colombia en 1934. Un pionero muy reconocido por captar en su trabajo fotográfico las desigualdades sociales y los disturbios políticos de Latinoamérica en los años 50 y 60. En la actualidad, Moya se ha convertido en uno de los fotodocumentalistas más importantes y ha explorado con éxito la narrativa y la poesía.
Me identifico con su obra fotográfica y su manera de escribir; destaco de su visión esa relación tripartita: “un diálogo con el tiempo, lo efímero y el espectador” pues ciertamente, aún si como fotógrafos logramos capturar un momento desde nuestra perspectiva en una imagen, es el espectador, el público quien termina con la interpretación de la obra, sea cual sea el lienzo o la época.
Moya es un fotógrafo con intención crítica y compromiso social, con una gran colección de imágenes de Cuba, Latinoamérica y por supuesto de la Ciudad de México. Es justamente en la exposición “Periferias” que reúne tres conjuntos de sus fotografías: Ciudad | Campo | Conmoción social. Esta exposición es producida en conjunto con el Museo Amparo en Puebla, el proyecto Rodrigo Moya – México que explora los fondos de su Archivo Fotográfico para exhibirlos en la Ciudad de México en dos muestras: «Periferias» en el Centro de la Imagen y «Escenas» en el Museo del Palacio de Bellas Artes.
RODRIGO MOYA. MÉXICO
PERIFERIAS | ESCENAS
Museo del Palacio de Bellas Artes
Centro de la Imagen
PERIFERIAS
Mayo 24 – Septiembre 22 . 2019
ESCENAS
Mayo 30 – Agosto 25 . 2019
Detalles : Centro de la Imagen
Vale totalmente la pena apreciar estas colecciones y cerrar el círculo al que Rodrigo Moya nos orilla con toda seguridad, hacer nuestra interpretación como espectadores en cualquier plaza, de una realidad plasmada en un momento de la historia, por un efímero fotógrafo que logrará una reacción en su espectador.
La fotografía que coloco en este artículo es un homenaje a una de sus obras más representativas, es mi interpretación actual de ese monumento tan emblemático en la Ciudad de México.
Hay en mi trabajo sobre la ciudad muchos seres simples…Hay también belleza. Medio siglo después lamento todo lo que no quise o pude fotografiar. Una ciudad es un ente subjetivo en cambio constante, y en su totalidad y esencia cambiante es inaprensible para uno o cien fotógrafos. Cada uno en su tiempo toma el fragmento de la realidad que más le atañe. Cada uno tiene su ciudad, o sus fragmentos de ella. Yo preferí la parte menos vistosa, pero la más constante: la desvalida que no tiene cabida en el arte, aunque a veces sí en la historia.
Rodrigo Moya.
Siguiendo con las fechas importantes y por esto de las conmemoraciones, el 22 de abril es el “Día Internacional de la Madre Tierra” algo nada menor, por el contrario, es básico recordarnos todos los días que el planeta y sus ecosistemas nos dan vida, sustento y literalmente los estamos exterminando.
En 1970 se celebró por primera vez el Día de la Tierra y en 1972 se llevó a cabo la Cumbre de la Tierra de Estocolmo, la primera conferencia internacional sobre medio ambiente donde se establecieron las bases de las acciones a emprender para cuidar el agua, la flora y fauna y en educación ambiental. En 2009, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) decretó el 22 de abril como el Día Internacional de la Madre Tierra con el fin de recordar a todo el mundo la interdependencia existente entre los seres humanos y el resto de las especies.
No es entonces cuestión de 24 horas, es un tema de conciencia, de ser generosos con el lugar donde habitamos, de ser incluso agradecidos y restaurar los daños ocasionados. Y esto va en el día a día, desde lo que consumimos hasta lo que desechamos. Tener presentes las “3 R”: reducir, reutilizar y reciclar nos traerá un beneficio no solo a nosotros, ni a los vecinos, sino a todo el entorno, al planeta entero.
Si lo tomamos como eso, como “nuestro planeta, nuestra casa” podemos ser más cuidadosos y empáticos con todos los seres que lo habitamos. Justo un amigo me contaba que sus hijos estaban sorprendidos porque una pareja de pájaros hicieron su nido en el bambú de su balcón, vive en la Ciudad de México, en una colonia muy céntrica, pero la reflexión era que quitando la parte curiosa, cómo es que hemos sido invasivos con el medio ambiente que ahora los pájaros buscan sus espacios ya no en árboles sino donde puedan.
Desde pequeños, con educación y el ejemplo es como las nuevas generaciones deben pensar y actuar con otra visión, términos como calentamiento global, la huella ecológica, consumo responsable, bioenergía, ecocidio, etc. son parte nuestra realidad y no podemos simplemente huir, pues no hay para donde.
Con toda seguridad, es de cada persona la responsabilidad de cuidar el medio ambiente, pero los gobiernos como encargados de velar por sus pueblos deben llevar a cabo acciones que permitan un mejor control, no dejar que el dinero y los intereses de políticos y empresarios corruptos sean los que dicten en lo que se está convirtiendo el planeta, las acciones insostenibles a las que nos enfrentamos, tienen implicaciones directas en la vida de la nuestra y de las generaciones futuras.
Recordemos entonces que algo tan básico como apagar la luz si no se utiliza, no desperdiciar agua, separar la basura, ir al supermercado llevando tus propias bolsas, bajarle al consumo del plástico, de los popotes, tirar las pilas en los contenedores especiales así como los aparatos electrónicos en desuso, son acciones sencillas que hechas por muchos traen grandes beneficios y se puede lograr una armonía ambiental que por ende traerá una mejor convivencia con todos los que habitamos ésta, «nuestra Madre Tierra».
Hablar de derechos e igualdad de género es un tema muy presente, pero erróneamente se confunde la fecha y se pierden de vista los hechos que dan pie a la conmemoración, hablo específicamente del Día Internacional de la Mujer.
Escuchaba alguna vez a una doctora en filosofía que decía –por favor, no felicites a las mujeres el 8 de marzo, es como si el 2 de octubre felicitaras a los estudiantes por lo ocurrido en Tlatelolco (Ciudad de México)… no tiene sentido-. Lo que se conmemora es que después de una lucha por el reconocimiento a la equidad, el avance no es tener una día en el calendario, sino la conciencia por habitar en un planeta donde mujeres y hombres, hombres y mujeres vayamos a la par.
Una fecha como ésta, es para reconocer los logros alcanzados por y para que las mujeres participen en igualdad desde cualquier ámbito, simple.
Proceso nada fácil, pues en lugar de erradicar, se escucha cada vez más sobre discriminación, atentados y feminicidios. Las mujeres no son «débiles», ni son fuertes por su «abnegación», no son «complementos» ni “medias naranjas”, habitamos este mundo seres humanos que no deberían vivir sintiéndose más o menos importantes unos que otros. Es un hecho que debemos reconocerlas y cada mujer a su vez creerlo, pero estamos muy lejos de que en todos los rincones de cualquier continente se logre esta forma de pensar y se ejerza la igualdad en convivencia, en derechos y de participación de todas y todos.
Porque así como hay hombres abusadores del poder, también hay mujeres, creo que no es cuestión de género sino de principios y formación, de información y de sentido común. No es criticar, si no de ser crítico y que esto sea motivo de ponerse a pensar en la educación que nos dieron y que transmitimos.
Tanta violencia de género, vecinos de cualquier lugar que dispararan contra su enemigo no importando si es una familia en una plaza o una mujer que por salir de noche está catalogada como que “ella se lo buscó”, se pierde toda seguridad y por esto cualquiera está vulnerable. Por otro lado, también tenemos a las mismas mujeres, orilladas o por convicción, que se “cosifican” y buscan un reconocimiento por cómo lucen, cómo armarse y huir de su realidad física para convertirse en un aparador ambulante, casi siendo ellas mismas, un atentado contra su cuerpo.
No hay que irse a los extremos, lo que hay que encontrar es el punto de equilibrio para una convivencia sin violencia en ningún sentido.
Pero volviendo al punto y haciendo historia:
El Día Internacional de la Mujer Trabajadora, también llamado Día Internacional de la Mujer, conmemora la lucha de la mujer por su participación, en pie de igualdad con el hombre, en la sociedad y en su desarrollo íntegro como persona. Se celebra el día 8 de marzo. Fue institucionalizado por decisión de las Naciones Unidas en 1975, con el nombre de Día Internacional de la Mujer.
Yo pienso que en las diferencias reside el gusto, en la fotografía una manera de expresarlo y a propósito de este tema, basándose en un fotoreportaje que se ha adaptado a una exposición fotográfica de «ONU Mujeres en la Sede de las Naciones Unidas en Nueva York», del 7 al 27 de marzo de 2019, les comparto el acceso y dejo en la mesa la reflexión, sobre una condición que como ya dije, no es propia de géneros, sino de «igualdad entre iguales”.
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El mes de febrero tiene para mí una connotación distinta a partir de 2019, pues el día siete cumpliría años un amigo entrañable, “mi hermano”, lo digo así. Hace poco tiempo le dedicaba el artículo “Hospital de almas”, cuando se encontraba en una lucha cuerpo a cuerpo, una lucha que llegó a su fin pocos días antes de su cumpleaños. Venció al enemigo, ahora tenemos un ganador, él ganó la batalla porque con todo y lo que implicó, salió victorioso y está en un mejor lugar, ahora nuevamente es libre, vuelve al origen y viajó con el creador.
Agradezco a la vida infinitamente el que me haya permitido estar con él antes de partir, leerle de viva voz mis escritos, que haya visto las fotografías más recientes de ese viaje que en algún momento habíamos planeado coincidir, que platicáramos de cualquier cosa y de todo, que nos riéramos de tantas anécdotas, fue nuestra última tarde tomando un café.
Y con toda seguridad me quedo con eso, quiero transformar el dolor pues hoy como siempre son tiempos de reflexión, de cuestionarse y confirmar el rumbo, de agradecer, de ver en el interior y para adelante, pues aún con el duelo la vida está aquí para disfrutarse, ir un día a la vez pero forjando lo que viene, me queda claro que hay que ser agradecido con las bendiciones, con las tristezas que también son parte del amor, son sentimientos hermanados que nos llevan al equilibrio natural, el ciclo de la vida está presente en todo momento y lugar, estamos aquí para aprenderlo y compartirnos.
En su despedida estuvo rodeado por todos los flancos, por el amor de su esposa, de sus hijos, sus papás, sus hermanas, su hermano y además estuvimos la familia que él escogió, los amigos que teníamos años de no vernos, los más cercanos, los que viajamos desde lejos, los que a pesar todo y desde la distancia estuvieron también presentes, las personas con la que hizo un lazo y a quien nos dejó un sentimiento tan grande que se desbordaba en lágrimas, incluso ese día, el cielo también lloró…
Duele y me duele mucho, pero estos momentos me confirman que el amor es el origen, el amor enseña, el amor se torna triste cuando ya no están a tu lado esos seres que son parte de tu vida, pero también se transforma y da pie a crear nuevas sensaciones y puedo decirlo, esos seres siguen dentro de ti, son energía que no se contiene y aparece en los recuerdos, en la memoria, en el corazón…
Descansa “mi hermano”, descansa en paz y a seguir abriendo brecha, seguiremos unidos más allá de la distancia y seguro estoy que la próxima vez que nos encontremos, ya sin cámara en mano, nos seguiremos asombrando de lo maravilloso que fue haber coincidido en esta vida.
Con toda seguridad puedo decir que Madrid es una de las ciudades del mundo con más historia, como capital de España es punto de encuentro obligado para quien viaja a Europa.
La estatua del Oso y del Madroño es una escultura de Antonio Navarro Santafé y representa las armas heráldicas de la Villa. Cabe mencionar y propósito que estamos en enero, que fue colocada el día 10 de este mes en el año de 1967, en la cara oriental de la Puerta del Sol, entre las calles de Alcalá y Carrera de San Jerónimo.
«De plata, un oso de sable apoyado en un madroño sinople, frutado de gules. Bordura de azul, cargada de siete estrellas de plata. Al timbre, corona real abierta». Así es la descripción heráldica del escudo de la ciudad de Madrid.
Según los historiadores, el origen de este escudo es similar al de otros medievales, y se remonta al siglo XII, cuando comenzaron a utilizarse como insignia bélica para distinguir a unos caballeros de otros. Fue utilizado por primera vez por parte de las tropas madrileñas en contra de sus enemigos, los musulmanes en Andalucía.
¿Por qué un oso? Cuenta la leyenda que se eligió un oso como emblema en homenaje a un oso pardo que el rey Alfonso XI cazó en uno de los montes cercanos a la capital. En aquel entonces, era frecuente que estos animales vagaran por las inmediaciones de la ciudad, literalmente los podían encontrar en la plaza.
Lo que se torna polémico, va en relación al sexo del animal. Y es que, según sostenía hace unos años el director del Archivo Histórico de la Villa, antaño el blasón de del Concejo llevaba una osa sobre un campo blanco. En heráldica, las hembras eran el símbolo de la fecundidad y la abundancia.
El oso estaba al principio unido a una torre, que sería sustituida posteriormente por un madroño. Estos árboles eran habituales en las afueras de la ciudad durante toda la época medieval. No obstante, el origen de este símbolo se remonta a un hecho concreto ocurrido en el siglo XIII.
En aquel entonces se produjo una disputa entre la Villa y el cabildo de la clerecía de Madrid sobre la propiedad de ciertos terrenos que ambos reclamaban, un pleito entre vecinos podríamos decir. Finalmente, se consiguió llegar a un acuerdo por el que la Villa se quedaba con los territorios arbolados y el cabildo con los sitios de pasto. Por ello, se decidió incluir este árbol en el emblema de la ciudad.
Además, se decidió situar al oso en actitud de comerse las hojas porque, según se creía entonces, estas eran un buen remedio contra la peste.