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Paraíso del Caribe mexicano, de arena clara que nos envuelve desde que el sol aparece y pinta el horizonte, hasta esas noches de luna llena reflejada en el mar.
Cancún es y siempre será mi hogar, si bien no nací en esas tierras, eché raíces, hice amigos entrañables y aprendí que es una parte de México muy noble, de oportunidades y crecimiento para el trabajo. Zonas hoteleras, restaurantes, plazas comerciales, lujos y contrastes que se conjuntan con la naturaleza y se brindan como uno de los principales atractivos turísticos mundiales.
Desafortunadamente no está exento de la inseguridad y violencia, se presta a lavado de dinero, a que las autoridades y empresarios corruptos ensombrezcan su paisaje volviéndolo hostil y negativo.
Pero volteando a cualquier latitud, sea desde México o hasta el fin del mundo, la creciente ola de intolerancia, de irracionalidad, de odio nos lleva a cuestionarnos hacia dónde va la humanidad ¿qué necesitamos para estar en equilibrio y no pelear con el vecino, ni con uno mismo?
Ya no hay causas sociales que no deriven en guerras de poder, ya no hay líderes que si bien inician con la bandera de la igualdad y justicia, se transforman por el ego mal habido, el dinero o el perpetuarse como eternos salvadores de sus propias realidades.
Y aquí echo mano de la realidad que en lo particular me devuelve la esperanza de que es posible un cambio, la fotografía nos hace reflexionar, contemplar y proponer, no huye, simplemente capta momentos y sensaciones que se comparten… por esto, como me gustaría que por un instante cada ser humano se quedara con lo mejor de sí mismo y se compartieran todas esas realidades para crear una mejor convivencia, un mejor planeta para vivir el momento y poder crear un futuro libre del odio que nos estanca.
Esta imagen es pues un instante de Cancún, en un día con la hora marcada por el sol y los reflejos del mar que nos remiten al contraste y la elección, nuestra elección para transformarnos y ver más allá del horizonte.
Es un testigo de la transformación del pueblo de México, un monumento arquitectónico majestuoso, un edificio considerado la máxima casa de cultura de la nación, el Palacio de Bellas Artes es la joya que conjunta desde su edificación, hasta lo que alberga en su interior, historias y fragmentos de vida, de arte y de mil formas de expresión humana.
Tres décadas tardó su construcción, desde que se puso la primera piedra el 1 de octubre de 1904, hasta el 10 de marzo de 1934, cuando se dieron por terminadas las obras.
En un principio fue concebido como un teatro, para más tarde convertirse en el recinto cultural más importante de México. Aunque fue inaugurado en 1934 por el entonces presidente Abelardo L. Rodríguez, los orígenes del recinto se remontan muchos años atrás, cuando en 1842 Antonio López de Santa Anna, en conjunto con el empresario teatral de la época Francisco Arbeu, ordenó la construcción del Teatro Nacional, el antecedente de Bellas Artes, cuya construcción fue encargada por Porfirio Díaz, para ser concluido en 1910 y así formar parte de las obras con las que se celebraría el centenario de la Independencia.
La última fase se ubica entre 1932 y 1934, cuando adquiere realmente el nombre de Palacio de Bellas Artes, para ser un espacio incluyente que abarcara todas las disciplinas artísticas, como el arte popular y la literatura.
Oficialmente el Palacio de Bellas Artes, cumplió 85 años de haber abierto sus puertas y su historia incluye datos como que el mármol del basamento proviene de Tenayo, Morelos y las canteras de Buena Vista, Guerrero, en los que se invirtieron más de 800 mil pesos de aquél entonces. Las columnas pilastras, balcones y demás ornamentos de mármol blanco de Carrara, que costaron 1 millón 200 mil pesos. Las esculturas y detalles en mármol y cobre de la fachada e interiores, fueron encomendadas a escultores como Leonardo Bistolfi, Gianetti Fiorenzo, Geza Maroti y Agustín Querol. El icónico telón de cristal, que pesa 22 toneladas, fue realizado en quince meses por los Tiffany Studios de Nueva York y costó tan sólo 95 mil pesos de aquella época.
Su escenario ha sido testigo de una gran cantidad de producciones, personalidades y compañías de los más diversos ámbitos, desde las grandes orquestas y filarmónicas del mundo hasta espectáculos de jazz, danza tradicional, ballet, ópera y música popular. Entre los artistas considerados «populares» que se han presentado en el palacio se cuentan Lola Beltrán, la primera intérprete de música ranchera en cantar con mariachi en este recinto y Juan Gabriel. Ambas presentaciones fueron muy criticadas, aunque no tanto como el polémico caso del evento privado para homenajear al líder de la iglesia La Luz del Mundo, Naasón Joaquín García, acusado por lavado de dinero y diversos delitos sexuales.
En contraste, también se ha albergado las tomas de posesión como presidentes de México de Miguel Alemán en 1946, Adolfo Ruiz Cortines en 1952, Adolfo López Mateos en 1958 y Gustavo Díaz Ordaz en el año de 1964.
El Palacio de Bellas Artes también ha sido un escenario para la solemnidad y funerales de personalidades de las artes y la cultura, que por su trayectoria y contribución a las distintas disciplinas han sido distinguidos con dicho acto. En total han sido 65 homenajes luctuosos. El primero fue al muralista José Clemente Orozco en 1949. Los siguientes son los personajes más destacados, cuyo homenaje de cuerpo presente ocurrió en este lugar:
• José Clemente Orozco; 1949
• Virginia Fábregas; 1950
• Frida Kahlo; 1954
• Diego Rivera; 1957
• Agustín Lara; 1970
• Rosario Castellanos; 1974
• Juan Rulfo; 1986
• Rufino Tamayo; 1991
• Mario Moreno Cantinflas; 1993
• Lola Beltrán; 1996
• Octavio Paz; 1998
• María Félix; 2002
• Consuelo Velázquez; 2005
• Raúl Anguiano; 2006
• Miguel Aceves Mejía; 2006
• Carlos Monsiváis; 2010
• Roberto Cantoral; 2010
• Leonora Carrington; 2011
• Carlos Fuentes; 2012
• Chavela Vargas; 2012
• José Emilio Pacheco; 2014
• Gabriel García Márquez; 2014
• Juan Gabriel; 2016
• José Luis Cuevas; 2017
• Rafael Coronel; 2019
• Miguel León Portilla; 2019
• José José; 2019
El noveno mes del año se presenta nuevamente marcado con tantas cicatrices… en México los sismos del 85 y 2017 han dejado una piel más sensible y un tremendo respeto a la naturaleza. Pero, qué pasa con la naturaleza humana cuando el miedo y el odio se apoderan en un instante fríamente planeado, no solo de una ciudad o un país, sino del mundo entero.
El atentado a las Torres Gemelas de Nueva York cumple con todas las características de un sentimiento de abuso de poder, de intolerancia y de conspiraciones. La guerra es un gran negocio, un empresario sumergido en este ámbito invierte y gana a costa de quien sea, huye y no importa la muerte de miles de civiles, de personas que por mala suerte estuvieron en el momento equivocado en el lugar equivocado.
Que difícil pensar que la vida de cualquier vecino puede truncarse por motivos tan complejos y banales, la violencia pensada a gran escala, literalmente a «dos grandes escalas».
En este trágico suceso del 11 de septiembre de 2001, las muertes se contaron por miles, los registros oficiales arrojan 2,992 personas, incluyendo 246 muertos en los cuatro aviones estrellados (ninguno de los ocupantes de los aviones secuestrados sobrevivió), hubo 2,602 en Nueva York tanto dentro de las Torres Gemelas como en la base de las mismas y 125 muertos dentro del edificio del Pentágono. Entre las víctimas se contaban 343 bomberos, 23 policías de la ciudad y 37 de la autoridad portuaria de Nueva York y Nueva Jersey. A la fecha, aún permanecen 24 personas entre la lista de desaparecidos y de estas lamentables cifras, se documenta un 16% de personas de origen Latinoamericano.
La reflexión nos obliga a razonar que hoy y siempre hay que solidarizarse con los sobrevivientes de cualquier tragedia, de la generada por causas naturales o la confabulada por humanos, siendo ésta desde mi punto de vista, la más dañina, la que duele por la falta de sensibilidad y es por ello que el 11S es la referencia de que el poderoso puede caer, o puede hacer creer que cae pero sin saber que toda humanidad tiene memoria y recordar esos momentos nos debe poner de frente a que el propio enemigo es humano ¿qué está pasando en nuestro interior? pues más allá de géneros, colores, pensamientos e ideología pareciera que el dolor, la insensibilidad o el odio prevalecen y lo material vale más que la vida misma.
La cámara dispara y atrapa el momento… esta imagen la tomé en el año 2013 y hoy a la distancia veo el recuerdo de un paisaje melancólico, reflejo de lo real y lo que puedo interpretar como un fragmento de nostalgia.
Cierto es que los fotógrafos captamos eso que la luz y los contrastes nos dejan plasmar en una imagen, pero también intervienen los sentimientos, que como autoridades en nuestro interior, nos trasladan a un rincón muy dentro de nosotros y nos dejan contar una historia… una historia atrapada en la fotografía.
“Hotel” puede leerse como el resultado de un momento nostálgico, es una composición sencilla que toma en cuenta la textura de los distintos árboles en el bosque, como un público que rodea, abraza y acentúa una flecha blanca disparada al cielo brumoso, en armonía con lo calmo del lago… cada elemento se une y en conjunto son la punta del iceberg que debajo del agua nos puede llevar a las profundidades de un sentimiento de lejanía, de ausencia, incluso de pensar en algo que ya no existe o ha sido cambiado.
Haré en algún momento un nuevo ejercicio para volver a ese lugar, porque sé que la fotografía no solo atrapa luz, no solo capta escenarios o personajes, también contiene la esencia y sentir del que está tras la lente. Tal vez el tiempo me lleve al mismo punto y nuevamente huya de lo real para trasladarme a un sentimiento, capturarlo y escribir otra historia.
Hoy en día se le considera el símbolo indiscutible de Francia, de la ciudad de París en particular, es el monumento más visitado del mundo y cuenta ya con 130 años.
La Torre Eiffel es una estructura diseñada por el ingeniero francés Alexandre-Gustáve Eiffel con motivo de la Exposición Universal de 1889 en París, organizada para conmemorar el centenario de la Revolución Francesa. Este icónico monumento fue inaugurado el 31 de marzo de 1889, abierto al público el 6 de mayo de ese mismo año y era la estructura más alta del mundo hasta 1930.
Inicialmente, Eiffel había presentado su proyecto de torre a los responsables del Ayuntamiento de Barcelona, para que se construyera en esa ciudad española con motivo de la Exposición Universal que se celebraría en 1888; pero a los responsables del ayuntamiento barcelonés les pareció una construcción extraña y cara, que no encajaría en la ciudad, por lo que literalmente huyeron y rechazaron el proyecto.
Tras la negativa de Barcelona, Eiffel optó por exponer la idea a los responsables de la Exposición Universal de París, para que sirviera como arco de entrada y centro de atención de la exposición. Aceptaron construir la torre, aunque sin mucho entusiasmo y únicamente con el carácter de una construcción temporal, por lo que se fijó el año de 1900 como la fecha límite para que fuera desmontada.
Apenas se dieron noticias de la torre, hubo polémica y lejos de entusiasmar a los parisinos, tuvo un enorme rechazo social, suscitando una gran controversia, no solo entre los artistas de la época, sino también entre los propios vecinos, pues la veían como un monstruo de hierro. Eran pocos los que defendían la ejecución proyecto y muchos más los que manifestaban su descontento en todas las plazas.
El enorme rechazo que inspiraba la torre hacía suponer que tal como estaba planeado, sería desmontada en 1900. Sin embargo, sería el ejército francés quien acabaría por salvar la vida de la Torre Eiffel, ya que tras unas pruebas militares con equipos de transmisiones se llegó a la conclusión de que la torre era un lugar privilegiado para la instalación de antenas y equipos de radio. Con ello, la Torre Eiffel ya tenía un uso práctico que justificaría su amnistía y pararía los proyectos de desmontaje.
La estructura comenzó a construirse en 1887 y participaron 250 obreros. Tuvo una altura inicial de 300 metros y posteriormente se montó en su cúspide una antena de radio, con la que su altura llegó a los 324 metros. El proyecto original contemplaba que la torre alcanzase los 350 metros de altura, pero los vecinos se alarmaron por la amenaza de que un edificio tan alto y construido sin apenas piedras pudiera caerse, y se manifestaron, provocando un cambio de planes. En su época ostentó la marca como la estructura más alta del mundo, hasta el año de 1930 cuando fue superada por la torre Chrysler, de Nueva York, en 1930.
El peso inicial de la torre era de alrededor de 7,300 toneladas, el cual ha ido aumentando gradualmente hasta alcanzar más de 10,000 debido al museo, restaurantes, almacenes y tiendas que actualmente alberga.