Archivado en noviembre 17, 2018
«Veo el mundo a través de tus fotografías…» me ha dicho un entrañable amigo, quien sufrió un accidente en el año 2013, que tuvo graves consecuencias y lo ha mantenido en tratamiento constante en el hospital, vive en Cancún.
Es por ello que en cada viaje le envío expresamente una fotografía, sea de escenarios abiertos, mar, montañas, arquitecturas que hablan con las piedras, imágenes que captan el momento pero también el sentimiento de lo que veo como espectador. Pienso en él cuando el cielo está en calma y se dibuja en las nubes un rasgado sutil, cuando el sol sale imponente o cuando se oculta dejando ver siluetas que cierran el día junto a la luna.
Con toda certeza mi intención es mostrarle lo que veo, pero más allá de eso, es lo que trasmite la luz y lo que quiero hacerle llegar son los espacios que lo hagan salir de ese estado doloroso. Sé que no es fácil tener una lucha interna, que en esa, como en tantas situaciones, el combate está dentro de tu cuerpo y no puedes huir pues enfrentas una batalla en solitario, de frente, teniendo únicamente una frágil trinchera.
Esto me hace reflexionar y con seguridad puedo decir que mientras se encuentra la cura para el enemigo físico, debemos recurrir al «hospital de almas», darle al cuerpo un momento donde la mente alimente al espíritu. Así que si puedo enviarle un fragmento del día donde la tierra nos muestre su belleza en cualquier expresión, lo haré con toda y por toda la fraternidad que nos une.
Sé que no puedo llevarte a cada rincón del mundo, pero sí puedo enviarte un pedazo de mi sentir para reconfortarte y decirte que el mundo te espera y las fotografías te guiarán hacia donde esté la tranquilidad… ¡Fuerza «A»! sé que volveremos a viajar con cámara en mano, aquí y más allá.